Casi tres cuartas partes de los cultivos para consumo
humano españoles están en jaque por el declive de la población de abejas y de
otros polinizadores, según un estudio presentado hoy en Barcelona por
Greenpeace.
Kiwis, calabazas, melones, sandías, calabacines, manzanas,
melocotones o almendras son algunos de los cultivos más dependientes de la
polinización de estos insectos y, por este motivo, la entidad ecologista alerta
que, en algunos casos, su producción podría caer hasta un 90 % e, incluso,
llegar a desaparecer.
La mortalidad de la población de abejas, que se debe
especialmente al uso de 319 insecticidas y a la aparición de la avispa
asiática, puede amenazar al sector económico español que depende de la
polinización, cuya facturación asciende a más de 2.400 millones de euros
anuales, según la entidad ecologista.
De hecho, España es el segundo productor mundial de
almendras, el cuarto de melocotones y nectarinas y el tercero de fresas, entre
otros cultivos, y todos ellos pertenecen a los sectores más vulnerables a la
falta de polinización por insectos.
El documento también contabiliza el beneficio económico de
las cinco CC. AA. que obtuvieron mayor rendimiento de la polinización durante
2011, último año con datos disponibles para el texto: Andalucía (casi 878
millones de euros), Cataluña (más de 321 millones de euros), Región de Murcia
(casi 249 millones de euros), Aragón (casi 194 millones de euros) y Extremadura
(más de 183 millones de euros). En total, la polinización por
insectos supuso más de 2.400 millones de euros de beneficio inducido en los principales
cultivos de consumo directo humano.
Pese a su importancia, tanto para la seguridad alimentaria
como para la biodiversidad, las poblaciones de los insectos polinizadores están
en declive. El sector apícola español denuncia mortandades de abejas entre el
20 y el 40%, incluso superiores en algunas regiones, como Galicia, donde se
acaba de informar que hasta un 56% de las colonias han desaparecido desde el
año 2000.
La causa principal de esta alarmante disminución, según el
análisis, es el empleo masivo de insecticidas que, en España aumentó un
56% entre 1990 y 2010, y muchos de los cuales indican claramente que son
peligrosos para las abejas en su ficha de registro como producto. Por
ello, Greenpeace demanda a las autoridades españolas que prohíban el
uso de los 319 plaguicidas peligrosos para las abejas y otros polinizadores
antes del 2017 y no se autoricen otros sospechosos de serlo, a fin de “salvar
a las abejas, a la agricultura y nuestra alimentación.