Los resultados de los análisis, presentados en la revista
Food Additives & Contaminants, advierten que algunos de estos productos
contienen “contenidos importantes” de arsénico total (As-t, hasta 120 µg/kg) y
de arsénico inorgánico (As-i, hasta 85,8 µg/kg).
La enfermedad
celíaca afecta a casi el 1% de la población occidental, un colectivo que no
tolera el gluten y se ve obligado a consumir productos sin esa sustancia, como
el arroz. Pero este cereal, dependiendo de su origen, también puede contener
niveles preocupantes de arsénico, un elemento tóxico y cancerígeno.
Para la mayoría de los consumidores esto no supone un
problema porque comen poco arroz cada día, pero no es así en las personas
celiacas. Ahora, investigadores de
la Universidad Miguel
Hernández (UMH) de Elche
han analizado la presencia de arsénico en harinas,
pan, dulces, pastas, cervezas y leche elaborados con arroz destinados a este
grupo de población.
Los resultados de los análisis, presentados en la revista Food
Additives & Contaminants, advierten que algunos de estos productos
contienen “contenidos importantes” de arsénico total (As-t, hasta 120 µg/kg) y
de arsénico inorgánico (As-i, hasta 85,8 µg/kg). El arsénico total es la suma
del orgánico, que se combina con carbono, y el inorgánico, que reacciona con
otros elementos como el oxígeno, el cloro o el azufre, y es más nocivo.
Con estos datos se han estimado los contenidos de As-t y
As-i solo del arroz utilizado como ingrediente principal –descartando los otros
componentes de los alimentos– y han resultado ser tan altos como 235 y 198
µg/kg, respectivamente.
Pero además, la ingesta diaria del arsénico inorgánico que
toman los celiacos al consumir productos con arroz se ha calculado en 0,46 y
0,45 µg/kg (microgramos por cada kilogramo de peso corporal) para mujeres y
hombres de 58 y 75 kg,
respectivamente. Y en el caso de los niños (hasta cinco años), estos valores
todavía son más elevados, ya que oscilan entre 0,61 y 0,78 μg/kg, según otro
trabajo que publica el Journal of Food Science.
Un panel de expertos de la European Food Safety
Authority (EFSA) de la UE
estableció en 2009 que existen evidencias de que el rango de ingesta entre 0,3
y 8,0 µg/kg de peso corporal por día supone un riesgo de padecer cáncer de
pulmón, piel y vejiga. Las ingestas estimadas en los dos estudios se mueven,
por tanto, dentro de ese rango.
“Estos valores indican que no podemos excluir un riesgo para
la salud en las personas que consumen este tipo de productos”, explica a Sinc
Ángel Carbonell, coautor de los estudios, aunque reconoce un punto importante:
“La Unión Europea
todavía no ha establecido unos límites legales del contenido máximo de arsénico
en arroz y alimentos a base de este cereal, aunque actualmente está trabajando
activamente en ello”.
El consejo de los investigadores es claro: “Se necesita una
legislación por parte de las agencias de salud que delimite los niveles de
arsénico que no hay que superar en los alimentos a base de arroz destinados a
consumidores celiacos”. Hasta ahora, la celiaquía se diagnosticaba sobre todo
en niños, pero en los últimos años el perfil ha cambiado y una de cada cinco
personas con la enfermedad es mayor de 65 años.
En la actualidad, cada país europeo está tomando muestras de
estos productos, analizándolos y remitiendo sus resultados a la EFSA para elaborar una base
de datos lo suficientemente amplia como para poder tomar decisiones. La Agencia Española
de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) acaba de enviar el
informe español, en el que han colaborado los investigadores de este estudio.
Otra de sus recomendaciones importantes es incluir una
información de calidad en las etiquetas: “Se debería indicar el contenido de
arsénico inorgánico que lleva cada alimento, así como identificar bien la variedad
de arroz utilizada y su origen, porque unas son más recomendables que otras”,
subraya Sandra Munera, otra de las autoras.
El arsénico aparece de forma natural en la corteza
terrestre, pero en unas regiones su abundancia es mayor que en otras, y su concentración
también aumenta con el uso de plaguicidas. Después, este elemento se difunde
por el agua al arroz, una de las pocas plantas que se cultiva inundada.
Uno de los arroces más ‘limpios’ del mundo es el del Parque
Nacional de Doñana, ya que en este entorno no se ha permitido el uso de
plaguicidas y el arsénico no abunda de forma natural. Sin embargo, en países
como la India y
Bangladesh, donde las aguas están contaminadas con arsénico inorgánico y el
arroz constituye un alimento básico para la población, el resultado está siendo
uno de los envenenamientos en masa más grandes de la historia.